domingo, 29 de marzo de 2015

Un botellón vienés

Mi amigo Scomantas tienes 25 años y el y su historia me fascinan. Nació en Lituania pero creció en Finlandia, luego hizo el Bachillerato en Londres y ahora esta estudiando en la universidad de  Chicago.  Estudia filosofía y literatura y es un chico muy culto y educado, todo un caballero. Pero lo que más me gusta de el es que no presume nada, habla perfectamente 4 o 5 idiomas y ha viajado por medio mundo y siendo muy inteligente es modesto, cuando hablas con el te escucha, argumenta, entiende tu punto de vista pero jamás intenta imponer su criterio, y lo peor es que cuando le dejas hablar te demuestra que es mucho más inteligente que tu.


Una noche en la residencia mantuvimos una conversación sobre filosofía, es la conversación de filosofía que he tenido que más me ha impactado nunca, y la razón es simple, estábamos hablando en alemán, cuando me di cuenta me sentí a un paso de ser Goethe.

Una tarde me invitó a su cumpleaños, se hizo un botellón light en el salón de la residencia, en torno a la mesa había 7 u 8 japones amables, corteses y tímidos a morir. Su obsesión por hablar perfectamente les hacía incapaces de enlazar dos o tres frases en otro idioma. Al otro lado de la mesa hay dos ucranianas modelos guapas a morir, al momento llegan dos rusas, se presentan y en cuanto saben que hay dos ucranianas se sientan juntas y comienzan a hablar en ruso, muy animadas, muy alegres, muy cariñosas entre ellas..... no estaban hablando de política. Todos los días las noticas están hablando de la guerra en Ucrania y de como el país se deshace en pedazos en buena medida por culpa de Rusia, pero las ucranianas y las rusas están hablando de otra cosa y han congeniado a la primera, me muerdo mi curiosidad por preguntarles por qué no se odian, por qué no se giran la cara, porque solo hablan entre ellas y pasan del resto del grupo..... Y a mi lado hay cuatro libaneses encantadores, con ellos sí puedo saciar mi curiosidad de historiador y comenzamos a hablar de la situación en Oriente Medio y de como marchan las cosas.... Ellos también son curiosos y me preguntan y me cuentan todo lo que quiero saber sobre su punto de vista.... al rato me llevo la sorpresa, de los dos árabes con los que estaba hablando uno era cristiano y el otro musulmán, bromean entre ellos cuando saco el tema pero entre los dos veo que esta asumido que aunque sean de religiones diferentes ambos son libaneses por encima de todo y el respeto que se tienen salta a la vista... Y como no, mi amigo Scomantas toda la noche se preocupa de que nadie se aburra o se quede sin conversación. Conversación por cierto en la mesa que se da en 4 o 5 idiomas.

Se que a lo largo el año no volveré a tener una oportunidad como esta de aprender tanto de tanta gente y tan diferente así que abro mis sentido porque no quiero que se me escape un detalle. Llegado  un momento  un libanés se levanta y comenta que se va a la plaza del ayuntamiento porque van a proyectar en una pantalla gigante la opera del Don Giovanni de Mozart y que mas tarde se une de nuevo, otros 2 del grupo dicen de ir con el.... cuando se marchan los demás seguimos como si nada. Unos días mas tarde pensaba en lo bien que me lo había pasado aquella noche pero me di cuenta del acontecimiento extraordinario que había presenciado y que en ese momento se me paso de largo. En un botellón de jóvenes un grupo se separa para ir a la ópera y parece que es normal y nadie se sorprende.


Me pregunto que pasaría si esa escena se diese en España, dos o tres abandonan el botellón para ir a la ópera..... 1-¿Alguien se atreve a hacer eso en este país? ¿Abandonar la fiesta para ir a la ópera? 2 En el caso de atreverse ¿mentirían? ¿dirían que se van a ver Gran Hermano? 3 ¿Y si dijesen la verdad? ¿qué pensaría el resto?....

Quiero ser vienés

1 comentario:

Magda dijo...

Los jovenes tienen preferencias distintas, lo mismo que no hay dos jovenes iguales. En muchas ocasiones, nuestro primer impulso es seguir a los demas,imitar a la mayoria, hasta que te ves a ti mismo, te observas, y te dices: "NO" en realidad yo queria hacer otra cosa.
Es el signo de madurez