En esta terminal uno siente el deseo de ser el tio Gilito.
Sabía que merecía la pena no ir al baño en Barajas y aguantarse hasta Munich,
mear en este aeropuerto es un capricho que te hace sentir bien.
En cada esquina de la aeropuerto me encuentro grandes
máquinas de cafés y bandejas con bolsitas de té, busco por toda la máquina el
precio de cada bebida y la intuición era cierta, los cafés y el té son
gratis, y puedes encontrar estás
máquina por todo el aeropuerto. Por un segundo me imagino que pasaría si se pusiesen
máquinas gratis en algún aeropuerto de España, el ataque de risa que me da es mayúsculo así que alejo
la fantasía.
Entro en una tienda de bolsos y zapatos que se llama
Porsche, me enamoro de unas zapatillas que me gritan “no lo pienses, hazlo”
pero cuestan hete aquí 320 euros.
“No es más feliz el que más tiene sino el que menos
necesita” En una palabra “¡uf!”. ¿quién dijo esa frase? Sospecho que algún
millonario de Munich.
Perdonamos la descortesía de esta ciudad o mejor dicho la
entendemos, una de las ciudades más ricas del mundo donde el artículo más
barato de una tienda cuesta 100 euros y donde vemos coches, cuyas marcas no
conozco pero que seguro valen una pasta, por todos lados. ¿Se puede ser rico en
una ciudad rica y a la vez hospitalario y gentil con el extranjero? No lo se, tengo
que viajar más.
Es la tercera vez que estoy en Munich pero esta vez no pasaré del aeropuerto, en las otras dos ocasiones he podido disfrutar de una de las ciudades menos hospitalarias que haya podido encontrar. En la primera ocasión hice con mis amigos un tour de pub en pub para ver como en cada uno nos negaban la entrada, en la segunda ocasión ídem, en el hotel nos trataban con desprecio, y durante todo este segundo viaje me esfuerzo por explicarle a los alumnos que están a mi cargo que los alemanes no son así que en su mayoría son gente hospitalaria y que al final los españoles tampoco podemos dar lecciones.
Es la tercera vez que estoy en Munich pero esta vez no pasaré del aeropuerto, en las otras dos ocasiones he podido disfrutar de una de las ciudades menos hospitalarias que haya podido encontrar. En la primera ocasión hice con mis amigos un tour de pub en pub para ver como en cada uno nos negaban la entrada, en la segunda ocasión ídem, en el hotel nos trataban con desprecio, y durante todo este segundo viaje me esfuerzo por explicarle a los alumnos que están a mi cargo que los alemanes no son así que en su mayoría son gente hospitalaria y que al final los españoles tampoco podemos dar lecciones.
(Mientras espero el avión he sacado mi mac para integrarme
en el ambiente, ahora ya me siento más chic, más munichense.)
Me fascina más esta terminal que la ciudad, aunque el
Allianz arena es divertido. Aún así, a pesar de la descortesía y que no haya
vistas especiales sería de buen
gusto un millonario de Munich que se compra unas zapatillas de 320 euros.
1 comentario:
Pienso que la gente de esta ciudad ganan mucha pasta,porque solo es posible hacer compras caras si hay un buen suerdo.
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