domingo, 10 de abril de 2011

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson

Excelente trama otra vez, bien elaborada y ensalzada aunque el pero es el de muchas novelas de los últimos tiempos, la terminas y piensas  “si tuviese cien páginas menos sería la novela perfecta”. No se que manía hay en algunos escritores que les impide separar el grano de la paja y a veces publican tochos innecesarios. ¿No hay alguien que pueda aconsejarle y decirle que hay cosas que sobran?

Esta obra es otro alegato contra el maltrato a la mujer, en este caso se denuncia el tráfico de mujeres prostitutas y los protagonistas hurgan en las mafias.  A veces sorprenden las casualidades de la trama y como Lisbeth tiene siempre la contraseña de todo  aún así resulta verosímil el modo en que se narra.

De nuevo se ve en la obra una excelente estampa de Suecia, es una de esas novelas que son una guía del lugar. Describe bien el carácter sueco y muchos rincones de Estocolmo, enganchado en la historia te sientes parte de su ciudad, sin pesadas descripciones  es un buen libro de viajes.

Son muchas las cosas que me llamaron la atención pero hay una que sin tener nada que ver con el estilo o el argumento me saltó de golpe y no la he leído en ningún comentario.

Nils burjman ha investigado durante años las mafias suecas que trafican con la prostitución, ha escrito un libro que la revista Millenium va a publicar pero este fallece en un asesinato. A partir de ahí hay una escena en la que Stieg Larson profetiza parte de su futuro: el protagonista Mikel Blomski no sabe qué hacer con el manuscrito, es un dilema moral, sabe que es una bomba pero el autor esta muerto y no sabe si debe retocarlo.

Escena que recuerda a la realidad,  el autor adelanta en su libro el conflicto que se vivirá tras su muerte. Puede resultar retorcido pero las coincidencias son demasiadas, un escritor que escribe su vida futura.

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